A vida de Eleanor Marx, mãe do feminismo socialista.

La vida de Eleonor Marx, madre del feminismo socialista

Rachel Holmes, Jeanette Winterson ….
15/6/2014

Eleanor Marx cambió el mundo, como aprendió en las rodillas de su padre
Cuando me puse a escribir la vida de Eleonor Marx en 2006 algunos amigos se mostraron
preocupados de que una vez más hubiera sido seducida por un sujeto biográfico pasado de
moda y demasiado abstruso. O eso o simplemente decían: “¿Quién?” ¿Una Marx? ¿La madre
del feminismo socialista? No sonaba atractivo en nuestro nuevo siglo.

Sin embargo, Eleonor Marx es una de las grandes heroínas de la historia británica. Nacida en
1855 en una buhardilla del Soho para exiliados inmigrantes alemanes sin un céntimo, su
llegada fue inicialmente una decepción para su padre. Quería un niño. En su primer
cumpleaños Eleonor se había convertido en su favorita. Fue apodada Tussy, que rimaba,
dijeron sus padres, con “pussy” (gato), no “fussy” (quisquilloso). A los gatos los adoraba;
quisquillosa no era. Le gustaba Shakespeare, Ibsen, los dos Shelley, la buena poesía, los
chistes y el champán. Estaría encantada de saber que podemos reivindicarla como la primera
socialista que se auto-proclamó amante del champagne.

No obstante, mientras escribía la vida de Eleonor Marx descubrí que estaba escribiendo sobre
un tema cada vez más tópico. Los amigos me enviaron artículos sobre el resurgimiento de la
lectura de la obra principal de Marx y Engels entre las personas de menos de 50 años, en
particular en los países en los que hay actualmente nuevos movimientos por la democracia
social.

Luego, Harvard University Press publicó El Capital en el siglo XXI, del economista francés
Thomas Piketty, sobre el tema de la desigualdad económica. Desde su lanzamiento el mes
pasado, el Capital de Piketty ha vendido cerca de 80.000 ejemplares. Lo cual divertiría mucho a
Eleanor Marx, que conocía la decepción de su padre cuando se publicó el primer volumen de
El Capital en 1867 con un silencio rotundo y unas ventas insignificantes. Pasó gran parte de su
vida editando y traduciendo éste y otros volúmenes posteriores de la obra, cuya distribución
sobrepasó la de la Biblia y Shakespeare en el siglo XX.

Lo que Karl Marx empezó como un ensayo de 30 – 50 páginas, se convirtió en la obra de toda
una vida, que heredó su hija menor. Se sentaba en las rodillas de su padre, jugaba a su
alrededor y aprendió a escribir y dibujar a su lado, en la mesa de la cocina donde trabajó
durante los primeros años del proyecto. Tussy y El Capital crecieron juntos. Marx decía: “Tussy
soy yo.” Su vida y su carácter conforman una historia épica de aventuras, moral, dilema,
contradicción y tragedia. Sus pensamientos y acciones encarnan la historia de Gran Bretaña en
su lucha por lograr la democracia y la igualdad social.

Eleonor vino al mundo para poner en práctica y verificar lo que había aprendido de Marx y
Engels. Su búsqueda por seguir adelante, para vivirlo, pronto la llevó a nuevos mundos: los
reinos culturales del teatro moderno radical, la novela contemporánea y los círculos artísticos
de principios del Bloomsbury bohemio. Fue una pionera del ibsenismo en Gran Bretaña.
Tradujo Madame Bovary de Flaubert al inglés por primera vez. Incluso subió al escenario – a
veces con resultados hilarantes mal dirigidos. También fue la primera biógrafa de su padre.
Eleonor nació en una Gran Bretaña que todavía no era una democracia electoral. Los hombres
de la clase trabajadora, las mujeres y los pobres no podían votar. Pero la vida de Eleonor es
uno de los acontecimientos más importantes e interesantes de la historia del socialismo
británico. Ningún individuo desde Mary Wollstonecraft hizo una contribución tan profunda y
revolucionaria al pensamiento político y la acción.

Como observó el gran Eric Hobsbawm, entre 1860 y 1870 los socialistas nacidos en Gran
Bretaña podrían haber cabido cómodamente en una sala pequeña. Tussy llevó ese pequeño
movimiento de su etapa visionaria a la calle y a la escena política. Lo vivió y lo probó. Fue una
de las primeras y más prominentes líderes del nuevo sindicalismo, llevando el feminismo al
centro del movimiento. Tenía un don extraordinario para la amistad. Inconformista, sin embargo
atraía a los demás con facilidad. La gente se sentía bien a su alrededor. Su permanente
relación familiar con Friedrich Engels y su larga amistad con George Bernard Shaw y Henry
Havelock Ellis son tan sólo unos pocos ejemplos de sus abundantes amistades con hombres.
La estrecha y tierna relación entre Eleonor y Olive Schreiner es una de las grandes amistades
femeninas de la historia literaria y política. Eleonor decía a menudo: “Heredé el olfato de mi
padre … y no su genio.” Sus amigos corrigieron el error de esta autoevaluación. Eleonor heredó
el genio de su padre. La carga que acarreaba no era su olfato sino su sexo.

Nació en una Inglaterra victoriana, donde no tenía derecho a una educación, no podía votar ni
presentarse como candidata al parlamento, estaba excluida de la mayoría de las profesiones y
del control de sus derechos reproductivos y psicológicos. Entendió lo que significaba ser
miembro de una clase oprimida y pasó su vida luchando por la igualdad. Para las personas en
todo el mundo descubriéndose a sí mismas en las nuevas revoluciones sociales, su lucha
puede parecerles familiar.

Fundamentalmente, Eleonor Marx fue la madre del feminismo socialista. Rebautizó la llamada
“cuestión de la mujer” como “el debate de la mujer trabajadora”. Apoyaba y admiraba el
movimiento para el sufragio de las mujeres. Pero la reforma del sufragio para las mujeres de
clase media en la sociedad capitalista existente no tenia en cuenta “el debate sobre la actitud
de la socialdemocracia hacia las mujeres trabajadoras”. Eleanor resumió su posición con
lucidez en una carta abierta al líder socialista Inglés Ernest Belfort Bax, en noviembre de 1895:
“No soy, por supuesto, como socialista, una representante de los “Derechos de la mujer”… La
cuestión llamada “Derechos de la mujer ‘ (que parece ser la única que entiende) es una idea
burguesa. Lo que propongo es plantear la cuestión del sexo desde el punto de vista de la clase
obrera y la lucha de clases”. El sufragismo feminista carecía de una comprensión suficiente de
la base económica de la división del trabajo, la producción y la reproducción. Entender el papel
de la economía en la sociedad humana era esencial para la felicidad. ¿En qué consiste, se
preguntó, la felicidad? Descubrió que el elemento más importante era el trabajo.

Su filosofía del feminismo socialista se resume en su tratado La cuestión de la mujer: desde un
punto de vista socialista, co-escrito con Edward Aveling, su pareja. Se sitúa junto a Vindicación
de los derechos de la mujer, de Wollstonecraft, El origen de la propiedad privada, la familia y el
Estado, de Engels y Una habitación propia, de Virginia Woolf, como texto revolucionario
esencial. Eleonor Marx cambió el mundo, al tiempo que se revolucionaba a sí misma.
Unas de mis más preciadas líneas sobre Tussy fueron escritas por su criada – sí, criada –
Gertrude Gentry, quien se convirtió en su amiga y confidente. Después de la trágica muerte de
Eleonor en marzo de 1898, la desconsolada Gerty tenía que poner en orden y cerrar la casa de
Eleonor. Escribió a la gran Edith Lanchester – amiga de Tussy y en algún momento secretaria –
acerca de cómo temía salir de la casa para siempre: “Porque mientras estamos aquí sentimos
que podría estar regresando.”
Más de un siglo después, esa frase expresa precisamente lo que siento por Tussy desde el
primer momento en que empecé a escribir sobre su vida.

Rachel Holmes, escritora, historiadora y feminista es autora de la biografía Eleanor Marx: Una
vida http://www.independent.co.uk/arts-entertainment/books/features/the-making-of-a-marx-thelifeof-
eleanor-marx-the-mother-of-socialist-feminism-9317068.html
“————————————————————

Eleanor Marx: Una vida por Rachel Holmes
“Eleonor Marx cambió el mundo”.

Esa es la frase con la que comienza la biografía de la hija de Karl Marx, de Rachel Holmes.
Durante las siguientes 500 páginas, Holmes pone su teoría a prueba. Se esté o no de acuerdo,
la historia de esta extraordinaria vida está tan bien contada, con una rara combinación de ritmo,
brío y erudición, que el lector se convierte pronto en un visitante diario de la casa Marx, con su
hollín, humo, libros, bebés, cena en la mesa gracias a la casa de empeños, tres lenguas
habladas en cualquier combinación y la pequeña Leonor, apodada Tussy, utilizando a su padre
como un caballo de montar mientras él fumaba un cigarro tras otro y escribía su crítica de la
economía moderna y las relaciones laborales, Das Kapital.

Tanto si compartimos como si no, los puntos de vista políticos de Karl no podemos evitar,
como el espía prusiano que vigilaba a la familia Marx, encontrar la “animada conversación
interesante, incluso original.”

Eleonor nació en 1855 en un piso de dos habitaciones en el Soho. Siete años antes, su padre
había publicado el Manifiesto Comunista, un panfleto de agitación y propaganda con mucho
éxito que había coincidido con la ola de revoluciones en toda Europa y América del Sur. La
familia Marx había sido expulsada de París y se instaló en Londres.

El fracaso de la sublevación de 1848 en lograr el cambio social obligó a Marx y a su amigo
Engels a revisar su forma de pensar. Engels estaba trabajando para la empresa familiar, Ermen
y Engels, en Manchester, siendo testigo de primera mano de la pobreza de las clases
trabajadoras. Los dos hombres se convencieron de que sólo la organización de los
trabajadores por los trabajadores podría desafiar el equilibrio entre el capital y el trabajo – los
jefes no lo harían, y la nueva clase media emergente tendía a tomar partido por los amos.
Marx predijo que las clases medias serían traicionadas por el capitalismo. En 2014, ésta es la
experiencia de la exprimida clase media. Los recién llegados “adeptos”, que van tirando, tal vez
deberían echar otro vistazo a Marx.

Eleanor Marx no tenía educación formal, pero su padre le enseñó economía. El negocio de la
familia – y Engels era parte de su extensa familia – era la socialdemocracia, no para obtener
beneficios, sino para mejorar el mundo. Eleonor heredó ese legado político, al que decidió
dedicar su vida. Las condiciones históricas en que nació hacían que entendiera por experiencia
lo que significaba y lo que se siente como miembro de un grupo oprimido, ya sea un obrero o
una mujer de cualquier clase.

Eleonor no tenía derecho a la educación, y tenía prohibido el acceso a la universidad, votar, ser
candidata al Parlamento, así como a ejercer la mayoría de las profesiones y el control de sus
derechos reproductivos y psicológicos.

Para ella, la lucha por el futuro era la lucha por la igualdad. Los derechos de los trabajadores y
los derechos de la mujer son parte de la misma lucha. Mientras las mujeres ganaran menos
que los hombres por el mismo trabajo, los jefes podrían manipular la fuerza de trabajo. Animó a
los hombres a situarse al lado de las mujeres como sus iguales, al tiempo que instaba a las
mujeres a no socavar el salario normal. Sabía que era difícil cuando tu familia se muere de
hambre.

Su trabajo en el East End la galvanizó y al mismo tiempo la deprimió. Las familias vivían en
sótanos inmundos, mientras los hombres hacían cola para conseguir un trabajo irregular, sucio,
peligroso, a menudo con productos químicos no regulados.

En Silvertown, hogar de las “industrias dañinas”, donde todos los residuos químicos se vertían
directamente en el Támesis, los amos preferían traer esquiroles de Irlanda y París en vez de
aceptar recortes en la semana laboral de 80 horas o las reivindicaciones de pago de horas
extras por el trabajo del domingo. Eleonor ayudó a organizar una agria huelga. Cuando cayó la
primera nevada, los dueños de las fábricas comenzaron a desalojar a las familias de los
alojamientos que tenían concedidos.

La huelga fracasó, pero Eleonor había creado un sindicato de mujeres trabajadoras. El
Sindicato de Mujeres de Silvertown fue una pieza clave en la historia del movimiento obrero
británico y del feminismo en el lugar de trabajo.

Como señala Holmes, el feminismo se inició en la década de 1870, no en 1970. La década de
1880 fue de acción organizada de los trabajadores en todo el país. Eleonor estaba en todas
partes. La huelga de chicas y mujeres de la factoría Bryant and May. La huelga de los obreros
del gas. La huelga de los sopladores de vidrio. En Crosse y Blackwell, la comida caliente en las
familias dependía de las peladoras de cebolla que trabajaban duramente 14 horas al día con
sustancias químicas que les provocaban daños respiratorios. Eleonor organizó a aquellas
mujeres: fueron a la huelga y ganaron.

Los trabajadores querían un salario digno, mejores condiciones y una jornada laboral más
corta. Dirigiéndose a una multitud de más de 100.000 personas en Hyde Park en apoyo a la
huelga portuaria, el primero de mayo de 1889, Eleonor afirmó: “Los socialistas creen que la
jornada de ocho horas es el primer paso a dar y el más inmediato, pero nuestro objetivo es un
futuro en el que ya no haya una clase que sostiene a otras dos, sino que los desocupados,
tanto en la parte superior como en la inferior de la sociedad, dejarán de serlo”.

La huelga de los estibadores fue una huelga contra el contrato original de cero horas, por el
que los estibadores no tenían ninguna garantía de trabajo. Si conseguían trabajo, el turno
podía ser de dos horas o de 20. Los hombres se peleaban en las puertas a la entrada para
conseguir un sitio. Los amos tuvieron que sustituir las puertas metálicas y las barandillas por
otras de madera, ya que muchos hombres resultaban gravemente heridos en los apretujones
diarios.

La huelga fue un éxito. El Támesis se quedó en silencio. El cargamento se amontonaba en los
muelles. Los productos, abandonados a bordo de los grandes barcos que eran el símbolo del
Imperio. Por un lapso de tiempo, los dueños de los muelles y el Parlamento sufrieron la misma
ansiedad que un trabajador portuario sentía cada mañana, preguntándose si ganaría lo
suficiente para su familia. Como era de esperar, la huelga fue calificada como un sabotaje
contra la nación. Pero, ¿qué es la nación si no sus trabajadores?

El recién creado sindicato de los estibadores se convirtió en el Transport and General Workers’
Union – uno de los negociadores colectivos más poderosos del Reino Unido.
Eleonor estaba muy solicitada, viajando arriba y abajo en las Islas Británicas, educando,
organizando y asesorando a los trabajadores sobre sus (pocos) derechos legales. Y no sólo en
Gran Bretaña. La multilingüe Eleonor participó en el socialismo internacional en toda Europa,
donde se interesó cada vez más en la intersección (o su ausencia) entre socialismo y
feminismo.

Dos veces visitó América, donde compiló un expediente sobre las insufribles condiciones de las
mujeres trabajadoras en la tierra de las personas libres – las jornadas de 15 horas eran
habituales – y allí conoció a vaqueros, duros y poéticos con sus camisas y chaparreras
bordadas, que le explicaban lo que había tras el glamour campechano de sus vidas. La
Asociación de Rancheros puso en la lista negra a cualquier hombre que tratara de
sindicalizarse.

En la ciudad de Nueva York en 1886, Eleonor se dirigió a una multitud de 25.000 hombres y
mujeres. The New York Herald publicó: REIVINDICACIONES SOCIALISTAS. COOPER UNION
CONTRA LAS CUERDAS POR UNA MUJER. El Herald sospechaba de la hija de Karl Marx,
describiéndola como “una señora de aspecto alemán con gafas”.

Su feminismo era parte integral de su socialismo. En su panfleto, La cuestión feminista: desde
un punto de vista socialista, deja claro que la desigualdad es una cuestión de economía. No le
interesaba conseguir el voto solo para las mujeres de clase media, argumentando que las
mujeres de todas las clases deben unirse.

Encontró mucha resistencia a su feminismo por parte de los nuevos sindicatos y los teóricos
comodones tanto masculinos como femeninos. Pero a Eleonor no le interesaba la teoría en sí
misma. Sus puntos de vista se desarrollaban como respuesta a las condiciones que
presenciaba su alrededor. La socialdemocracia y el feminismo parecían soluciones prácticas a
los problemas prácticos.

Tristemente, su vida personal estaba atada a un hombre vulgar que despilfarró su dinero y
abusó de su confianza. Edward Aveling declaró que estaba casado sin estarlo (de modo que no
podía que casarse con Eleonor) y que no estaba casado cuando sí lo estaba (al haberse
casado en secreto con otra persona). George Bernard Shaw lo llamó “reptil”. Olive Schreiner,
una de las amigas más queridas de Eleanor, odiaba a Edward y temió desde el principio que
algo terrible podía suceder.

Así fue. El último capítulo de esta biografía absorbente trata de la muerte / suicidio de Eleanor
con ácido prúsico a los 43 años de edad. Acababa de saber que Aveling había vuelto a casarse
en secreto con otro nombre. Cambió su testamento, pero parece que Aveling destruyó el
codicilo. En la investigación atribuyó la muerte a la depresión de Eleanor y robó la herencia que
le había dejado Engels, específicamente para sostener su trabajo político. Holmes vuelve a
plantear la cuestión de si Aveling asesinó o no a Eleanor Marx.

Es cierto que firmó un recibo por el ácido prúsico y el cloroformo la mañana de su muerte,
diciendo al ama de llaves que era para el perro. Luego se fue de Sydenham a Covent Garden,
a pesar de que se suponía que estaba descansando en su casa debido a un problema de
riñón. Cuando regresó, la policía estaba en la casa y hacía ya algunas horas que Eleonor había
muerto.

Eleanor – que tradujo Madame Bovary; que protagonizó Casa de muñecas de Ibsen en
Londres; que creía en el amor libre y el matrimonio igualitario; que organizó a los trabajadores
en Gran Bretaña , Europa y América; que escribió, hizo panfletos y argumentó, ganando su
causa victoria a victoria – no estaba hecha para un tipo ordinario.

Dudo que el lector cierre esta brillante biografía indiferente a la vida de esta extraordinaria
mujer y sin sentirse preocupado por las inevitables preguntas que plantea sobre el capitalismo
global actual.

Jeanette Winterson es el autora del libro de memorias Why Be Happy When You Could Be Normal? (Vintage)
http://www.telegraph.co.uk/culture/books/bookreviews/10796251/Eleanor-Marx-A-Life-by-Rachel-Holmes-review.html
Traducción para www.sinpermiso.info: Anna Maria Garriga Tarré

Eleanor Marx, madre del feminismo marxista
http://www.sinpermiso.info/